Estrellas fugaces

Los tiempos en que el porno era una profesión de largo recorrido para las chicas hace ya mucho que quedaron atrás. Si es que alguna vez existieron, claro está.

En los 80 y 90 podíamos encontrar nombres de estrellas del porno que se mantenían en primer plano de actualidad durante varios años, pero los consumidores de la época también recordarán apariciones fugaces de chicas cuyo nombre luego era casi imposible de encontrar en otras carátulas.

Sirva esta breve introducción para situarnos: en el porno, siempre ha habido carreras sólidas que aguantan el paso del tiempo, y apariciones puntuales o  de periodos muy breves. Esta es una realidad tan antigua como el propio género.

La diferencia con la situación actual viene dada por cuestiones propias de nuestro tiempo.  Un análisis de los últimos años de nuestro porno nos muestra que la aparición de actrices de corto recorrido es más abundante que nunca, y que su desencanto puede deberse a razones como unas expectativas distorsionadas o una falta de información real.

La primera cuestión a tratar es cómo la palabra “pornstar” ha perdido toda su sustancia y contenido. De unos años hacia acá, la tan denostada en sus inicios profesión de agente, ha ido cobrando relevancia, si bien se ha puesto el acento, principalmente en la faceta de “descubridor” o “cazatalentos”.

Vender a toda costa

Quizá por no existir tradición de esta figura en nuestro porno, nadie ha tenido demasiado claro qué funciones debía desempeñar, pero la realidad es que la mayoría de los esfuerzos se han centrado en captar nuevas chicas para el porno, sin prestar mucha atención a lo que pasa después.

El “yo descubrí a” o “Fulanita empezó conmigo”, se ha convertido en el juguetito de moda y todo el mundo quiere tener una protegida.

Pero la cruda realidad es que en España no hay tanto talento femenino como para cubrir la necesidad de los “descubridores”, y el resultado es que, aunque el “producto” –lease, la chica- no sea nada del otro mundo,  siempre vamos a encontrar quien nos venda a la muchacha en cuestión como “la nueva estrella” o “la revelación”.

Con la llegada de internet y la pérdida de relevancia de los medios tradicionales de información, quedaron en el camino las voces autorizadas, y hoy cualquiera, desde un blog, puede poner unas fotos y tratar de convencernos de que tal chica es la caña de España. Su opinión tendrá el mismo peso que cualquier otra.

Pero el problema es que en esta vorágine marketiniana, la víctima suele ser la chica, que desconoce todos los entresijos del mundillo, y que, cuando escucha o lee acerca de su esplendoroso futuro en el porno se crea unas expectativas fuera de la realidad.

Resumido en pocas palabras: todo el mundo trata de vender a su/s chica/s como la mejor del mundo mundial. Ella se lo cree.

Y el consumidor se da cuenta de que le quieren tomar por tonto porque tiene ojos en la cara y ve que lo que le cuentan no se ajusta a la realidad. Por tanto, no consume productos de esa chica más allá del periodo en que resulta nueva, fresca a sus ojos.

Esta combinación de factores  se traduce en la práctica en lo que viene siendo la carrera de las actrices surgidas en los últimos años. Mientras la chica es nueva, y su “campaña” está activa, graba con todo el mundo , lo que para ella supone la confirmación de todo lo que lee y escucha. Sin duda le espera un futuro tan esplendoroso como le han vendido.

La otra cara de la moneda

Pero una vez terminada la ronda de rodajes con las principales productoras nacionales, llega la cruda realidad. La terrible pregunta en la que nunca pensaron previamente.

“Y ahora, ¿Qué?”

Ahora, normalmente, lo que toca es morirse de asco. El factor novedad da una oportunidad a casi todas, pero es el verdadero valor, las cualidades auténticas, lo que hace que una chica pueda mantenerse  y hacer carrera.

Es en ese punto donde la mayoría de las actrices ahogan su “prometedor” futuro. Sencillamente, porque nadie les expuso la realidad tal como es. Porque nadie les habló de su verdadero valor o potencial. Porque una vez han cumplido su función, a nadie le importa lo que les ocurra.

El porno español está lleno de ejemplos, si bien es cierto que cada chica tiene sus propias circunstancias y no todos los casos son iguales. Sonia Lemon, Nadia Capri, Tania Teen o Susi Xsmall podrían ser un buen ejemplo, pero no son los únicos.

Los últimos tiempos han visto desfilar delante de la cámara a chicas como Lora Row, Ina Cherry, Silvana Rous o Adriana de Luxe que también han tenido una vida muy corta como actrices. En algunos casos han sido circunstancias personales, en otros, sencillamente, desencanto por los bajos cachés o la escasez de ofertas.

En todos los casos, el resultado es el sabor amargo de la decepción, algo que no ayuda precisamente a incorporar nuevo talento.

¿Hay alguna solución a este tema? ¿O tenemos que tomar como parte intrínseca del negocio la “utilización” de chicas nuevas como elemento desechable para cubrir las necesidades de producción?